- «Aspiramos a ser lo que auténticamente somos, pero a medida que creemos lograrlo, nos invade el hartazgo de lo que realmente somos».
- «Los únicos brazos entre los cuales nos resignaríamos a pasar la vida son los brazos de las Venus que han perdido los brazos».
- «Una luz sin fuerza para llegar al suelo ribetea con tiza las molduras y las aristas de las casas, que tienen facha de haber dormido mal, y obliga a salir de entre sus sábanas a las nubes desnudas, que se envuelven en gasas amarillentas y verdosas y se ciñen, por último, una túnica blanca».
- «Jamás existirán caballos capaces de tirar un par de patadas que violenten, más rotundamente, las leyes de la perspectiva y posean, al mismo tiempo, un concepto más equilibrado de la composición, que el par de patadas que tiran los heroicos percherones de Paolo Uccello».
- «Nada ansío de nada, mientras dura el instante de eternidad que es todo, cuando no quiero nada».
- «Aunque se alteren todas nuestras concepciones sobre la Vida y la Muerte, ha llegado el momento de denunciar la enorme superchería de las "Meninas" que —siendo las propias "Meninas" de carne y hueso— colgaron un letrerito donde se lee Velázquez, para que nadie descubriera el auténtico y secular milagro de su inmortalidad».
- «La disección de los ojos de Monet hubiera demostrado que Monet poseía ojos de mosca; ojos forzados por innumerables ojitos que distinguen con nitidez los más sutiles matices de un color pero que, siendo ojos autónomos, perciben esos matices independientemente, sin alcanzar una visión sintética de conjunto».
- «El cúmulo de atorrantismo y de burdel, de uso y abuso de limpiabotas, de sensiblería engominada, de ojo en compota, de rebote y de tristeza sin razón —allí está la pampa... más allá del indio... la quena... el tamboril— que se espereza y canta en los acordes del tango que improvisa cualquier lunfardo».
- «Los cubistas salvaron a la pintura de las corrientes de aire, de los rayos de sol que amenazaban derretirla pero —al cerrar herméticamente las ventanas, que los impresionistas habían abierto en un exceso de entusiasmo— le suministraron tal cúmulo de recetas, una cantidad tan grande de ventosas que poco faltó para que la asfixiaran y la dejasen descarnada, como un esqueleto».
- «Los bustos romanos serían incapaces de pensar si el tiempo no les hubiera destrozado la nariz». | We aspire to be what we truly are, but just as we seem to come close, we are overcome by nausea at what we really are.
The only arms in which one bear to spend one’s life are the arms of the armless Venus.
The chalk-coloured light, too weak to reach the ground, scratches along the edges and corners of yawning houses, and forces the clouds out, naked, from beneath their sheets to wrap themselves up in dirty greens and yellows, before, finally, stepping into their white robes.
Never will there be horses such as the heroic stallions of Paolo Uccello, who, with but a couple of kicks, break all the laws of perspective while achieving the utmost balance of composition
I fear nothing, so long as the moment of eternity, in which I want nothing and which is everything, lasts.
Even though it may change our conceptions of Life and Death, the time has come to expose the enormous fraud known as the ‘Meninas’, who – themselves of flesh and bone – have hung up a little notice which reads ´Velazquez´ to stop anyone finding out the real, secular miracle of their own immortality.
If one were to dissect Monet’s eyes, one would surely find out that they are the eyes of a fly; eyes made up of innumerable eyes, each distinguishing in detail the most subtle nuances of colour, and each, self-sufficient and separate from the others, perceiving these nuances on its own, without ever reaching a vision of the whole.
The chords of any tango sing the hope of the lunfardo, made up of the brothel, the prison, and the suffering of the shoe-shiner with his greased-up sensibility, his hangover and bloodshot eyes, his unfathomable sadness – and, beyond the man, whoever he is, there is, always - the prairie... the fire... and the tambourine.
The cubists may have rescued Painting from destruction by draughts and by the sun’s rays when they clamped shut the Windows that the impressionists, in a fit of over-enthusiasm, had thrown open; but they administered so much medicine, so many rules, that Painting almost choked and was left fleshless as a skeleton.
Roman busts would be incapable of thinking if time had left their noses whole. |